Un pueblo tan supersticioso como el chino no podía permanecer pasivo ante la oleada de desastres que está viviendo el país asiático y que la población relaciona con lo que ya se conoce como "la maldición de los Fuwa", las cinco mascotas olímpicas.
Beibei, un pez; Jingjing, un oso panda; Huanhuan, un fuego; Yingying, un antílope tibetano; y Nini, una golondrina, han sido relacionados con las catástrofes y revueltas que asuelan a China desde que dio comienzo su año olímpico.
Según esta creencia, el antílope Yingyin representa las revueltas tibetanas de marzo; Huanhuan, la antorcha olímpica, cuyo relevo internacional fue interrumpido una y otra vez por defensores del Tíbet; Jingjing, el panda, tiene su hábitat en Sichuan, devastada por el terremoto de este mes.
La relación de la golondrina Nini con el accidente de tren de Shandong en abril es bastante tangencial, pero los creyentes identifican la tradicional cometa pequinesa en forma de golondrina con la cuna de las cometas chinas, en Weifang, una ciudad de Shandong.
Faltan las inundaciones
El pez Beibei es una incógnita para unos y para otros explica las potentes nevadas de enero, las peores en medio siglo, ya que el pez representa al sur del país, donde se concentra la producción pesquera, y la zona que más sufrió las heladas.
"Aún faltan los desbordamientos del Yangtsé", vaticinó a Efe una pequinesa afectada por la continua emisión de imágenes de muertos en la televisión.
Así, para los más agoreros, la maldición de Beibei se manifestará con una inundación de la cuenca del río Yangtsé, cuyos periódicos desbordamientos por las lluvias de verano dejan cada año cientos de muertos desde que se tiene memoria escrita en China.
La "maldición de los Fuwa" se susurra en las calles y los foros de internet, mientras la cifra de muertos y desaparecidos por el destructivo seísmo de hace quince días supera los 86.000.
Supersticiones a falta de religiones
Sin embargo, para la optimista bloguera Xiao Xiao, "los cinco retos que planteaban los Fuwa ya han sido superados. China se va a levantar", asegura en su bitácora la improvisada pitonisa.
"Cuando el ser humano afronta algo que no puede controlar, acude a fuerzas sobrenaturales que, en definitiva, son el origen de cualquier religión", declaró a Efe el catedrático de Sociología Xia Xueluan.
"Los chinos tienden a ver estas calamidades como una intervención divina, una tendencia acentuada por la ausencia de religión actual. Aunque ahora vivimos en una sociedad científica, la gente sigue sintiendo pánico ante las fuerzas de la naturaleza. Esa es la base para divulgar religiones y supersticiones", explica Xia.
Las supersticiones que intentan dar una explicación a la catástrofe no terminan en el olimpismo, sino que se extienden por creencias más arraigadas en China, como el Budismo y la numerología.
El castigo por pasar por el Everest
Para algunos tibetanos, en el centro de la atención internacional por las revueltas de marzo, el terremoto de Sichuan, cuyo epicentro se localizó en un área de etnia tibetana, es un castigo para China después de haber llevado la antorcha olímpica hasta el Everest, un monte sagrado para los tibetanos.
Otros budistas (religión mayoritaria en la China aconfesional) consideran de muy mal agüero el hecho de que el sismo de Sichuan se produjera el día del cumpleaños de Buda, que se celebra en Asia el octavo día del cuarto mes del calendario lunar, que este año fue el 12 de mayo.
El número 8
Los más aficionados a la numerología no dejan de hacer sonar sus ábacos con la teoría de que las tres fechas de las catástrofes más importantes (25/1 para las nevadas, 14/3 para la revuelta del Tíbet y 12/5 para el seísmo) suman "8", el número de la buena suerte en China, escogido por ello para los Juegos de agosto.
La ceremonia inaugural dará comienzo a las 8 de la noche del 8 de agosto de este año 2008, una fecha escogida por los organizadores con la intención de propiciar una buena suerte que parece haberse tornado siniestra para el país, opinión que comparten tanto crédulos como escéptico
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