El arroz, comida básica en la dieta diaria de miles de familias por todo el oeste de África, corre el riesgo de convertirse en un artículo de lujo, a medida que la escalada de su precio vacía cada vez más los bolsillos y los estómagos de la población.
El precio del arroz se ha disparado este año, como parte de una ola de incrementos en los precios de los cereales y otros alimentos. Los expertos consideran que la subida mundial de precios amenaza con suponer un "tsunami silencioso" y aumentar las dificultades para subsistir de los más pobres del mundo.
Desde Nouackchott a Ougagadougou pasando por Yamena o Kinshasa, los africanos soportan el impacto de un arroz cada vez más caro en sus presupuestos familiares. Lo mismo pasa con la gasolina y otros productos básicos.
"Es muy duro. El kilo de arroz costaba 300 francos CFA (0,5 euros) y ahora cuesta 350. El resto de alimentos también ha subido. No es posible llegar a fin de mes", se queja Odile Zongo, empleada doméstica en Ouagadougou, la capital de Burkina Faso.
Con el incremento de los alimentos como causa, los disturbios se han propagado por África del Oeste. Los líderes están desempolvando sus retrasados planes para impulsar la producción agrícola doméstica, hasta hoy hipotecada en beneficio de las importaciones. Mali y Burkina Faso han eliminado temporalmente los impuestos sobre la importación de arroz, mientras Guinea ha prohibido la exportación de comida y ganado.
Eric Hazard, de la campaña por la justicia económica de la ONG Oxfam, señala que la mayoría de la gente de a pie en la región ya gastaba entre el 50% y el 80% de sus ingresos en comida, por lo que la subida de los precios les está golpeando fuertemente. "Los que están al límite son los más vulnerables a la subida", dice.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU señala que el aumento de los precios de los alimentos podría empujar a la hambruna a 100 millones de personas. El comisario de la ONU para el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, ha calificado la tendencia de "asesinato masivo silencioso".
Los precios están forzando a muchos africanos a reducir el consumo de arroz o cambiar la dieta. "La gente está comiendo más foufou (pasta de yuca), pondu (hojas de yuca) o pan. Comen lo que es más barato" dice Jean Fatuma, que vende arroz importado en el mercado de Gambela, en Kinshasa.
El precio del arroz de Tailandia, el mayor exportador mundial, se ha multiplicado por más de dos en lo que va de año. Ayer, el precio superó los 1.000 dólares por tonelada, lo que alimenta aún más la preocupación mundial.
Tras el salto de más del 5% experimentado esta semana, el precio del arroz está ya casi tres veces más alto que a comienzos de 2008.
Algunos expertos, no obstante, atribuyen gran parte del aumento del precio del arroz al propio pánico de los consumidores y los gobiernos, más que a un déficit en la oferta.
La decisión de India de imponer limitaciones a la exportación de arroz, para garantizar la demanda interna, se ha sentido en Estados Unidos, donde algunos minoristas dicen haber comenzado a observar signos de compra motivada por el pánico con el fin de almacenar reservas de arroz por si la situación empeora.
Afganistán confía en que el precio del trigo derrote al opio
Hay un país del mundo en el que el aumento del precio de los cereales podría tener efectos positivos. En Afganistán, los nuevos precios del trigo pueden hacer que los agricultores no encuentren tan atractivo –ni tan indispensable para su sustento– el cultivo del opio.Según el Financial Times, la producción de opio se reducirá a la mitad este año, aunque por razones meteorológicas. La superficie cultivada es similar a la del año pasado, pero el número de plantas y su tamaño es inferior. Un invierno muy frío y seco ha impedido su crecimiento.
Después de numerosos y fracasado intentos por reducir los cultivos de opio en Afganistán, los países occidentales confían en que los agricultores se vean tentados por el alto precio del trigo. La decisión se verá favorecida por el descenso del precio del opio. En septiembre de 2007, el kilo de este producto se pagaba en Afganistán a 91 dólares, cuando el año anterior la cifra alcanzaba los 125 dólares, según cifras de la ONU.
El jefe del equipo antidroga de la embajada británica en Kabul admite al periódico que aún es difícil saber el impacto que tendrán los precios de los cereales en una economía muy dependiente de los ingresos de la droga.
“Si esos altos precios permanecen a ese nivel durante mucho tiempo, podría alentar a los agricultores a cambiarse al trigo. Por otro lado, también podría empeorar la situación si el aumento del precio de la comida fuerza a los agricultores a cultivar más opio para alimentar a sus familias”, dice el diplomático.
Afganistán es con mucho el mayor productor del opio del mundo. El año pasado, fue el origen del 93% de la producción mundial.
Todos los esfuerzos de los países de la OTAN con fuerzas militares desplegadas para reducir estas cifras han fracasado hasta ahora. Los resultados de la reconstrucción económica no han llegado al campo afgano que se ve forzado a confiar en el opio.
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