lunes, 20 de octubre de 2008

¡Matadle!

Fuente: el confidencial.

“¡Matadle!”. La palabra resuena con fuerza, cargada de odio y desesperación, entre la multitud congregada para escuchar a John McCain, en Bethelem, Pensilvania. Antes de que el candidato republicano a la Casa Blanca tome el micrófono, un telonero ya ha calentado a las masas. “Pensad en cómo os sentiríais el 5 de noviembre si os despertáis y Barack Obama, Barack Hussein Obama, es el presidente electo de Estados Unidos”, dice Bill Platt, dirigente del condado de Lehigh. Para cuando McCain sube al estrado, los abucheos de reprobación son ya ataques viscerales. “¿Quién es realmente Barack Obama?”, pregunta el senador por Arizona. “¡Traidor!, ¡socialista!”, contestan algunas personas. “¡Matadle!”.

A medida que la candidatura demócrata a la presidencia de EEUU toma fuerza, con cada nueva encuesta favorable a Obama, los ánimos se van caldeando en la campaña republicana. Ahora se habla menos de la crisis financiera y más de los presuntos vínculos del joven candidato con el Islam, de sus conexiones con terroristas, de su menosprecio hacia la cultura americana… Y aunque es obvio que John McCain rechaza los insultos contra su oponente -a quien ha llegado a defender ante algunas acusaciones delirantes de sus seguidores- la dureza de su campaña ha abierto la veda entre el electorado republicano.

Hoy por hoy, la victoria del senador por Arizona es improbable. Existe una acumulación de factores que otorgan una clara ventaja a su rival: en primer lugar, se mantiene la tendencia a su favor en las encuestas -un sondeo del viernes de Reuters, C-Span y Zogby sitúa a McCain cinco puntos por debajo- después de que el republicano perdiese el tercer y último debate presidencial. En segundo lugar, la coyuntura económica, que los republicanos no consideraron importante hasta el estallido de la crisis financiera, ha dado alas a Obama, que ofrece el perfil de un presidente para tiempos convulsos. Además, el senador afroamericano vence en la batalla de recaudación (en septiembre logró más de 10.000 millones de dólares para su campaña, una cifra muy superior a la conseguida por su contrincante) y el fenómeno Sarah Palin, tras su explosión inicial, se ha vuelto en contra de McCain, porque una mayoría de estadounidenses considera que no está capacitada para el cargo.

Por último, el oeste republicano parece estar vacilando. La campaña demócrata planea extender sus operaciones en estados como Virginia Occidental, Colorado, Kentucky, Montana o Dakota del Norte, territorios que otros candidatos a la presidencia consideraban un despilfarro de recursos. En algunos feudos republicanos, como Virginia o Colorado, las encuestas se inclinan actualmente a favor del demócrata. Si Obama conquista el oeste tendrá las llaves del Despacho Oval.

El Imperio en sus manos

¿Qué podría arrebatarle la victoria? Más de un analista pone el acento en el voto oculto, aquellos electores que en los sondeos afirman que votarán por Obama para no ser tachados de racistas pero que, a la hora de la verdad, apoyarán a McCain. Por el contrario, otros analistas niegan que exista este supuesto voto oculto, porque si las encuestas electorales se hacen por telefono, ¿para qué mentir?. Incluso ahora, en tiempos de derrumbe económico, no está claro que el color de la piel no vaya a jugar un papel esencial. En agosto, durante la convención demócrata de Denver, un cargo de la confederación sindical AFL-CIO admitió que "muchos electores blancos estiman que (Obama) no es de la raza correcta". Para muchos indecisos, el joven candidato es demasiado intelectual, demasiado extranjero, demasiado negro.

También puede ocurrir que algo de gran importancia, como la captura de Bin Laden o que se destape algún turbio escándalo relacionado con el demócrata, invierta la tendencia actual. Además, Obama todavía debe ganarse la confianza de parte del electorado.

Pero, ¿y si se convierte en el primer presidente negro de EEUU? ¿Y si cincuenta años después de que Barack Hussein Obama, un inmigrante de Kenia, se casara con un mujer blanca de Kansas -cuando podría haber sido linchado solo por tocarla-, su hijo termina liderando los Estados Unidos? Puede que Obama y su historia de constancia y superación representen el sueño americano, pero el demócrata se enfrenta a un reto hercúleo: reactivar la economía y superar la crisis financiera. Un tema tan delicado que los candidatos evitaron analizar el plan de rescate de inversiones directas en cada uno de sus debates. Tampoco han sido sinceros al hablar de la carga fiscal. Según The Economist, habrá que incrementar los impuestos, aumentar el déficit público y endeudarse más si cabe para sufragar el colosal plan de rescate de la Administración Bush.

McCain y Obama ofrecen a los votantes filosofías económicas crudamente diferentes que ya han expuesto hasta la saciedad: el republicano opina que la economía crecerá más rápido con menos regulación, menos impuestos y más libertad. El demócrata cree que los beneficios del crecimiento se extenderán más con mayor supervisión gubernamental, una visión menos entusiasta del libre comercio y un sistema fiscal que cambie radicalmente la tendencia creciente a la desigualdad.

De nuevo, es la economía

Durante la campaña, Obama ha ido inclinádose hacia el centro. Ahora propone mantener algunas deducciones de Bush en dividendos y en los impuesto sobre ganancias de capital, una concesión al consenso económico de que dichos impuestos desaniman a los inversores. En cuanto a la reactivación de la economía, el senador por Illinois ha pedido 50.000 millones para gastar en infraestructura pública, como ayuda para estados en apuros y para reembolsos fiscales de 1.000 dólares por familia, financiados por un impuesto a cinco de cinco años sobre los beneficios de las compañías petroleras.

Los planes fiscales de Obama giran en torno a mantener los recortes fiscales de Bush para los hogares que ganan menos de 250.000 dólares anuales y cambiarlos solo para aquellas familias que ganan más. Los ricos verán así como sus tasas fiscales del 33 y 35% regresan a la era Clinton de 36 y 39,6%. Además, quien ocupe finalmente la Casa Blanca
deberá renovar el sistema fiscal, una materia urgente porque los recortes de impuestos de Bush expiran en el año 2010.

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